Leer el Evangelio con "Gestos y Palabras"
(Juan 20, 19-23)
*Programa en audio "Gestos y Palabras", guiado por el Sacerdote Rodrigo Hernández:
"Las Apariciones de Jesús Resucitado a sus discípulos"
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Leer el Evangelio con "Gestos y Palabras"
(Lucas 6, 20-26)
"Las Bienaventuranzas"
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Leer el Evangelio con "Gestos y Palabras"
¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? (Luc. 5:21).
Así de acertamente dijeron los escribas y los fariseos, en este pasaje del Evangelio...
*En este Tiempo de Cuaresma, y antes de acudir a celebrar el "Sacramento de la Reconciliación" nos hará bien: leer, oir, y contemplar el evangelio de Lucas 5 17-26, pero teniendo muy presente: los gestos y palabras...
*Programa en audio "Gestos y Palabras", guiado por el Sacerdote Rodrigo Hernández:
*Programa en audio "Gestos y Palabras", guiado por el Sacerdote Rodrigo Hernández:
¡¡Déjate abrazar por Dios!!
Y después de haber percibido todos esos gestos y palabras que se nos han regalado en este hermoso pasaje del Evangelio, terminemos con esta preciosa oración que Dios nos quiere hacer a cada uno de nosotros...
Queri@ Hij@...
No te preocupes, no tienes que decirme nada; vine porque te escuche llamándome, te escuche mientras tus lágrimas caían por ese hermoso rostro que diseñe desde antes que existieras. Vengo hoy ante ti porque nunca he podido ver que alguien que amo sufra y piense que está sol@, que no hay salida, o que la vida es un suspiro perdido en el deseo de ser feliz.
Vengo porque he estado observándote día y noche mientras caminas, corres, sales, entras, y tratas de ocultar lo que tu corazón hoy siente.
Sé exactamente lo que te pasa, sé exactamente lo que te hace falta, lo sé desde antes que me lo pidieras, por eso estoy aquí, porque nunca desperdiciaré un corazón triste, porque yo me deleito en venir y estar a tu lado, consentirte y acariciar cada uno de esos hermosos cabellos que yo mismo he contado. Me deleito en tomar en mis manos todo aquello que te hace sufrir, todo aquello con lo que no puedes y pesa sobre ti; vengo a llevarme todo eso sobre mis hombros y a dejarte la paz más acogedora que hayas podido sentir. Me deleito en tomar cada una de tus lágrimas y guardarlas, porque algún día te las devolveré para que recuerdes cada uno de los momentos en los que, a pesar de todo, estuve contigo.
No importa lo que has hecho, ni aun importa tu pasado; solo importa que estás aquí y yo estoy aquí para decirte: NO MÁS, no estarás más triste, no estarás más confundid@, no sentirás más que tienes un rumbo incierto y que caminas sol@ en este enorme mundo, no vivirás más como si recorrieras un laberinto constante de inefables muros indolentes, no volverás a mirar al cielo sin encontrar una respuesta. Hoy vine a decirte que la salida está a tu lado, la luz está aquí contigo y no volverás a abrir los ojos en medio de oscuridad, cada mañana al abrir tus ojos sentirás que la luz entra por tu ventana y no se irá en ningún momento del día. Hoy vine por ti, porque te amo y siempre te amare, porque soy Padre y por siempre seré Padre; la pregunta es:
¿Quieres tú ser mi hijo?
Yo estoy esperando por ti cada día para decirte, Déjame abrazarte.
Que Así sea...
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Consiste en leer un pasaje del Evangelio, contemplarlo, saborearlo y compararlo con nuestra vida. Al leer el Evangelio debemos de familiarizarnos con los gestos y las palabras de Cristo, e intentar comprender su sentido. Se trata de ir cambiando nuestra mentalidad y nuestra conducta de acuerdo a los criterios del Evangelio. Comparar nuestro actuar en la vida con la vida de Jesús en el Evangelio. Mirar, observar, contemplar... a Jesús más que mirar lo acontecido en un determinado pasaje del Evangelio... Imaginemos, saboreemos: los gestos y la dulzura con que actuaba Jesús.
Al orar de esta forma, hemos pasado de la reflexión que se detiene a mirar en cada punto a un mirar simplemente a Cristo.
Para ponerlo en práctica conviene seguir los siguientes pasos:
a) Ponernos en presencia de Dios y ofrecerle nuestra oración. Leer lentamente la escena del Evangelio para tener una visión rápida de conjunto, del lugar donde sucede.
b) Volvemos sobre el pasaje evangélico y:
- Vemos a los personajes que hablan y actúan en el pasaje. Fijarnos en cada uno en particular viendo primero su exterior para luego contemplar sus sentimientos más íntimos, sean buenos o malos. Sacar algún fruto personal.
- Después escuchamos las palabras: Penetrar en su sentido, poner atención a cada una de ellas. Algunas palabras las podemos escuchar dirigidas a nosotros personalmente. Sacar un fruto personal.
- Como tercer punto, consideraremos las acciones: seguir las diversas acciones de Jesús o de las demás personas. Penetrar en los motivos de tales acciones y los sentimientos que los han inspirado. Sacar algún fruto personal, recordando que la oración nos debe llevar a la conversión de corazón.
c) Terminar charlando con Jesús o con su Madre la Santísima Virgen María acerca de lo que hemos descubierto.